Todas las frases de Fernando Gamboa González
“Para nosotros los africanos, la etnia o el clan es un medio de reafirmación cultural frente a las fronteras impuestas arbitrariamente por los colonizadores europeos. Lo malo es que siempre hay quien se aprovecha de ello y lo convierte en excusa para generar conflictos que sólo llevan a llenar los cementerios.”
“¿Acaso hay malaria en los países ricos? –Ya sabes que no. –Entonces, ¿por qué crees que se gasta mil veces más dinero en investigación contra la obesidad, las arrugas o el acné que para encontrar una vacuna o un tratamiento efectivo contra la malaria?”
- Del libro: Ciudad Negra
“Más valen cien porsiacaso, que un yopenseque.”
“La necesidad disuelve como azucarillos los más arraigados principios morales.”
- Del libro: Ciudad Negra
“Las preocupaciones y miserias sobre las que edificamos nuestras vidas carecen de todo sentido cuando se está rodeado de la naturaleza en su expresión más cierta, y si somos afortunados, un breve rastro de lucidez puede hacernos levantar la vista de nuestro propio ombligo, y descubrir que el planeta Tierra en el que nacemos y morimos pero tan mal...” (continúa)(seguir leyendo)
“La dignidad es inversamente proporcional al tamaño del animal que te persigue.”
- Del libro: Ciudad Negra
“Si un árbol se desploma en el bosque y no hay nadie para oírlo… ¿Hace ruido al caer?”
“Más allá de adentrarnos en un Edén que debería estarnos vedado, lo estábamos profanando, saqueando, destruyendo total e irrecuperablemente.”
“¿Me estás diciendo que la política oficial de Guinea consiste en deificar al presidente? - Lo sé, parece una broma de mal gusto, pero es un mensaje que no se deja de repetir en los medios de comunicación gubernamentales. Y hay gente que empieza a creérselo...”
“En este país no hay jueces a los que reclamar ni periódicos en los que denunciar.”
“No irás a decirme ahora –rebatió mi padre, ignorando las patadas de mi madre por debajo de la mesa-, que nosotros tenemos la culpa de todo lo que les pasa, cuarenta años después de concederles la independencia. - Nosotros no les «concedimos» nada. En todo caso, se la devolvimos –puntualicé-. Y no digo que seamos los culpables de todo. No es un...” (continúa)(seguir leyendo)
- Del libro: Ciudad Negra
“Ahora comprendía la pasión de mujeres como Diane Fossey o Jane Godall, que lo habían dejado todo atrás por estudiar a los primates. Una pasión que sólo se entendía, al adivinar que no eran solo simios lo que estaban estudiando, si no que, posiblemente, lo que trataban de encontrar era ese puente que nos unía con los gorilas y los chimpancés y...” (continúa)(seguir leyendo)
- Del libro: Ciudad Negra
“No lo comprendes ¿verdad? ¿Crees que al gobierno de Guinea le importaría que toda la población muriera de malaria, o de cualquier otra cosa...? - ¿Pero qué dices...? - A ver, piénsalo. ¿Qué servicios presta el gobierno a la población? ¡Ninguno! No hay sanidad o servicios públicos de ninguna clase, y eso que somos gracias al petróleo el tercer...” (continúa)(seguir leyendo)
“Dejé la mochila en la misma agencia de viajes, y para hacer tiempo opté por pasear por los arrabales de la ciudad, que apenas había llegado a conocer. Subí por la avenida Tres de Agosto y a mano izquierda vi cómo se desplegaba el barrio de Lamber; un laberinto de chabolas de techo de chapa y calles recorridas por riachuelos de aguas fecales. Sin...” (continúa)(seguir leyendo)
“A los pocos días de aterrizar en Guinea ya me había percatado que los atardeceres en esta franja del mundo son mínimos, breves como en ningún otro lugar; quizá porque no hay tiempo para el romanticismo y el sol decide desplomarse sobre el horizonte cada día a las siete de la tarde, puntual como no hay otra cosa en África.”
“No sabía de ninguna palabra que definiera una dictadura disfrazada de democracia, así que decidí inventármela.”
“Todos ellos, sin duda, tenían agua, luz, gas, teléfono, un techo bajo el que vivir junto a todos los electrodomésticos que su nómina pudiera pagar y una salud que era la envidia de tres cuartas partes de la humanidad. Pero, a pesar de todo, aparentemente eran infelices; a pesar de formar parte de la elite que hemos dado en llamar primer mundo,...” (continúa)(seguir leyendo)
“Alguien dijo una vez, que lo único que necesita el mal para triunfar es que los hombres buenos no hagan nada. Y yo no sé si soy un hombre bueno, pero de lo que estoy seguro es que no quiero ser de los que no hacen nada.”
“Aun sabiendo a ciencia cierta que el sesenta o el setenta por ciento de la población mundial no dispone de agua potable, energía eléctrica o sanidad pública, simplemente no había sido capaz de comprender ese hecho más de lo que entendía el concepto de la Santísima Trinidad. Nuestro cerebro archiva los datos y las cifras. Sin embargo, al vivir...” (continúa)(seguir leyendo)
“Estamos tan habituados a vivir como una anomalía en una burbuja de bienestar y seguridad impermeables a las lágrimas ajenas que no nos es posible atisbar la verdadera realidad del ser humano y de nuestra civilización. Por suerte o por desgracia, yo había podido entrever a través de los visillos de mi cordura lo que antes ignoraba. Y ahora,...” (continúa)(seguir leyendo)
“Incomprensiblemente, entre aquella tribu de hombres y mujeres diminutos me sentía en paz como no me había sentido desde hacía tiempo. Pensé fugazmente que quizá podría llegar a acostumbrarme a aquel tipo de vida humilde pero pleno, lejos de complicaciones accesorias que tanto nos gusta crearnos a los occidentales. Allí todo se resumía a...” (continúa)(seguir leyendo)
“Los leones y los cocodrilos no comen blancos, la flecha envenenada siempre cae del lado del negro, y las posibilidades de despeñarse en un abismo sin fondo se multiplican si eres un nativo analfabeto. Esa es la verdadera ley de la selva –sentenció dejando escapar una risa amarga.”
“–Me alegra ver que al menos no pierde el buen humor. –No me queda mucho más, querida. Es la última trinchera contra la desesperación. –Ya, comprendo. –No, no lo puede comprender –replicó lánguidamente–. Nadie que no pase toda su vida entre la basura, sin presente y sin futuro, sabiendo que sus hijos y sus nietos vivirán y morirán en este...” (continúa)(seguir leyendo)
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