El jugador narcotraficante.
Decir que en Italia el béisbol esté considerado como un deporte menor no creo que resulte ofensivo a nadie; probablemente este es el motivo por el que es practicado por muy pocas personas. Un razonamiento análogo lo ha tenido que hacer Eriberto Jiménez Melo, un jugador del Crocetta Parma. Éste jugaba con otro nombre, Marco Cesar da Silva Freitas, pero no debido a una excentricidad de gran campeón o por timidez. Como los tímidos tenía miedo a ser reconocido, pero no por vergüenza sino porque Eriberto Jimenez Melo era un narcotraficante internacional. Para el Reino Unido se encontraba entre los fugitivos más peligrosos en circulación. Es difícil de imaginar que un narcotraficante fuese victima de su pasión de esta forma. Seguramente con las ganancias de su “trabajo” le habría convenido construirse un campo en el jardín e invitar a los amigos y clientes a jugar con él. Lo más probable es que le hubiesen dejado ganar siempre.
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