Las Confesiones
Título: Las Confesiones
Título original: Confessionum libri XIII
Autor:San Agustín
Año de primera publicación: 398
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Autor:San Agustín
Año de primera publicación: 398
Frases de “Las Confesiones” 32 citas
“Porque nos has hecho para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que repose en ti”
“Para aprender tiene mayor eficacia la natural curiosidad que no una temerosa coacción.”
“¡Levántate, hombre dormido, álzate de entre los muertos y Cristo te iluminará! (Ef 5,14). Y mientras tú me rodeabas con la verdad por todas partes y de ella estaba totalmente convencido, no tenía para responderte sino lentas palabras llenas de sueño: Sí, ya voy, ahora voy; pero, ¡aguárdame un poquito!. Y mientras tanto pasaba el tiempo. En vano...” (continúa)(seguir leyendo)
“Encomienda a la Verdad todo lo que de ella has recibido, segura de que nada habrás de perder: florecerá en ti lo que tienes podrido, quedarás sana de todas tus dolencias. Lo que hay en ti de fugaz y perecedero será reformado y adecuado a ti; las cosas no te arrastrarán hacia donde ellas se retiran, sino que permanecerán contigo y serán siempre...” (continúa)(seguir leyendo)
“Nos creaste para ti y nuestro corazón andará siempre inquieto mientras no descanse en ti.”
“Los hombres dicen amar la verdad, pero quieren a toda costa que sea verdad aquello que les interesa. A la verdad verdadera la odian por el amor que tienen a esas cosas que pusieron en lugar de ella. Aman la verdad cuando la descubren, pero no cuando los reprende. Están en la situación de quien se halla dispuesto a engañar pero no admite ser...” (continúa)(seguir leyendo)
“Hay alegría verdaderamente grande sin el preludio de algún grave sufrimiento.”
“Jamás he visto a un hombre cuerdo que al tratar de limpiar una cosa arroje lo bueno de ella.”
“Cuidaos de que nadie os engañe con la filosofía y una vana seducción según las tradiciones y elementos de este mundo y no según Cristo, en quien habita corporalmente la plenitud de la divinidad.”
“Alabarán al Señor quienes lo buscan, pues si lo buscan lo habrán de encontrar, y si lo encuentran lo habrán de alabar.”
“El mal no es más que privación del bien hasta llegar a la misma nada.”
“La prodigalidad pretende hacerse pasar por desprendimiento; pero tú eres el generoso dador de todos los bienes. La avaricia ambiciona poseer muchas cosas, pero tú lo tienes todo. La envidia pleitea por la superioridad; pero, ¿qué hay que sea superior a ti? La ira busca vengarse; pero, ¿qué venganza puede ser tan justa como las tuyas? El temor es...” (continúa)(seguir leyendo)
“¿Qué más da si alguno no lo entiende? Alégrese cuando pregunta: ¿qué es esto?. Porque más le vale encontrarte sin haber resuelto tus enigmas, que resolverlos y no encontrarte.”
“La corrupción es un daño por cuanto priva de algún bien, pues si no fuera así a nadie dañaría. Porque o bien la corrupción no implica daño, lo cual es evidentemente falso, o bien, como es igualmente evidente, nos daña porque nos priva de algo bueno.”
“Padre misericordioso, te gozas más de un penitente que de noventa y nueve justos que no tienen necesidad de penitencia.”
“Esto es lo que se ama en los amigos; y de tal modo se ama, que la conciencia humana se considera rea de culpa si no ama al que le ama, o no corresponde al que le amó primero, sin buscar de él otra cosa exterior que tales signos de benevolencia.”
“Hasta la misma ignorancia y la estupidez se cubren con el nombre de sencillez e inocencia.”
“No te acercas sino a los de corazón contrito, ni te dejas encontrar por los soberbios por más que en su curiosidad y pericia sean capaces de contar las estrellas y conocer y medir los caminos de los astros por las regiones siderales.”
“El mal no es sino una privación de bien y se degrada hasta lo que no tiene ser ninguno.”
“Angosta es la casa de mi alma para que vengas a ella: sea ensanchada por ti. Ruinosa está: repárala.”
“Alabarán al Señor quienes lo buscan, pues si lo buscan lo habrán de encontrar, y si lo encuentran lo habrán de alabar. Haz pues, Señor, que yo te busque y te invoque; y que te invoque creyendo en ti, pues ya he escuchado tu predicación. Te invoca mi fe. Esa fe que tú me has dado, que infundiste en mi alma por la humanidad de tu Hijo, por el...” (continúa)(seguir leyendo)
“¿Quién me concederá que, vengas a mi corazón y le embriagues, para que olvide mis maldades y me abrace contigo, único bien mío?”
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