Martyrium
Frases de “Martyrium” 10 citas
“Dudas. Para eso se había hecho policía, pensó. Quizá seguía siendo una ingenua después de todo, pero lo que le salía de dentro en realidad era aquello. Hacer que el mundo cuadrara en cierto modo, que la gente decente tuviese más oportunidades para continuar con su vida, sin más sobresaltos que los que el destino quisiera depararles. Recordó a...” (continúa)(seguir leyendo)
“Yo veo la sutil línea entre el amor a Dios y el pecado, lo fácil que resulta confundir una cosa con la otra. Lo difícil que es distinguir el éxtasis místico del éxtasis mundano. A veces estamos sacrificando algo a Dios, en realidad lo único que hacemos es acercarnos al Diablo como Fausto, volar como la polilla hacia la llama.”
“—No puedo más. Quiero fumar. Me muero por un cigarrillo. —Yo desde que lo dejé he engordado diez kilos. No recuerdo la última vez que me vi la polla al mear… Graziella lo fulminó con la mirada. Barichiotto era un compañero excelente, pero tenía una lengua demasiado suelta. —No hace falta que seas tan explícito, colega. Ahora tendré esa imagen...” (continúa)(seguir leyendo)
“Valentina recordó haber comentado esta película más de una vez con Sanjuán, que también la tenía entre sus predilectas. Hablaron del amor y sus fracasos, de la esperanza que se clava en el alma y se niega a desaparecer, sin que importe que haya un millón de razones para renunciar a ella cuanto antes y a quien se amaba. ¿Por qué se llega a amar a...” (continúa)(seguir leyendo)
“Usted es sacerdote. Podría perfectamente considerar este cuadro una blasfemia, o incluso una ofensa. Sé de buena tinta que algún cura se ha sentido ofendido por alguna de mis obras… ¿Qué cree que significa en realidad? —¿Una ofensa? No, en absoluto, el cuadro es sencillamente perfecto. En la Iglesia hay mucho pacato reprimido…”
“—Ojalá fuera cierto, Nero. Ojalá no hubiese un Dios que llamase a su presencia para juzgar los terribles pecados de los hombres. Soy sacerdote y profundamente creyente, pero… no le voy a negar que, a veces, mi fe se tambalea. —De pronto su semblante perdió la gravedad—. Pero toco a Bach, a Messiaen, a Bruckner… y todo vuelve a cuadrar en mi alma.”
“Lúa Castro resopló y cruzó el ponte Palatino. Mientras admiraba las vistas de la orilla del río, con el viejo ponte Rotto y su único arco de agua, pensó que su trabajo le apasionaba, pero a veces sentía un miedo profundo a lo que pudiera encontrar, como si la muerte y la vida carecieran de importancia en una ciudad levantada sobre los cadáveres...” (continúa)(seguir leyendo)
“Recordaba en particular una parte del diálogo entre Cotten y la Valli, cuando el americano le preguntaba si podía tener esperanzas de que ella le amara algún día, y aquella, todavía enamorada de Harry al que creía muerto, le contestaba que si tuviera que describirlo, si tuviera que decir si era alto o bajo, o el color de su cabello, no podría....” (continúa)(seguir leyendo)
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