Misión Olvido

“Es sano desatascar las cañerías de la memoria y terminar de hacer las paces con todo lo que quedó atrás.”
María Dueñas

“Lo mejor de la vida, muchas veces, todavía está por llegar.”
María Dueñas

“No es bueno dejar heridas abiertas. El tiempo lo cura todo, pero antes es conveniente reconciliarse con lo que uno ha dejado atrás.”
María Dueñas

“El reparto de talentos siempre fue arbitrario, a nadie le dieron a elegir.”
María Dueñas

“Dicen que la compasión es un síntoma de madurez emocional; no es una obligación moral ni un sentimiento que nazca de la reflexión.”
María Dueñas

“El hecho de que Darla y yo retomemos ciertos asuntos del pasado no significa que me haya quedado anclado en ellos. Ya te dije ayer que hace mucho tiempo que dejé de vivir aferrado a la nostalgia de lo perdido; tengo bien delimitadas las fronteras entre el hoy y el ayer. Mis muertos llevan ya mucho tiempo enterrados y, aunque me parta el alma por...” (continúa)(seguir leyendo)
María Dueñas

“—¿Perdón? —Que el hombre, Carter, no puede vivir sin amor. Y menos en una tierra extraña.”
María Dueñas

“Con el desapego justo que el tiempo transcurrido proporciona a nuestra manera de rememorar las realidades que la vida nos ha forzado a dejar atrás.”
María Dueñas

“Y la compasión no es más que querer ver a los demás libres de sufrimiento, independientemente del sufrimiento previo que ellos pudieran habernos causado a nosotros. Sin rendir cuentas ni volver la vista atrás.”
María Dueñas

“Los instintos primarios que desde que el mundo es mundo habían movido a las mujeres de la humanidad.”
María Dueñas

“A veces nos ciega la arrogancia y no somos conscientes de lo elementales que son las cosas. Hasta que alguien nos pone delante de los ojos la simplicidad desnuda de la realidad.”
María Dueñas

“Pasó el miércoles sin pena ni gloria, llegó el jueves y, con él, la lluvia: no mucha y tan solo a ratos, pero lo suficiente como para dejar ver a través del ventanal un día gris que invitaba a no pisar la calle.”
María Dueñas

“En aquellos meses de calor y tripas negras no había habido cenas bajo las estrellas, ni risas, ni amigos. Solo rabia y desconcierto, ese desconcierto que me había impulsado a cambiar de vida. Pero todo eso había quedado atrás. Ahora había que mirar hacia delante y en homenaje a ese futuro que se iba abriendo a mi paso, decidí por fin ponerme mis...” (continúa)(seguir leyendo)
María Dueñas

“A través de ellos entendí algo tan simple, tan orgánico y elemental como que la única causa que le guio para apartarse de mi lado fue la fuerza de un amor sobrevenido que se le cruzó en el camino como tal vez se me habría podido cruzar a mí. Un sentimiento que le sobrepasó.”
María Dueñas

“Ante las jugadas que el destino nos pone insospechadamente por delante, a veces no se puede aplicar la razón.”
María Dueñas

“Jamás visito sepulturas. Ni la de Fontana, ni la de mi mujer, ni la de nadie. Ellos están en mi memoria y en mi corazón, lo que queda en los camposantos me importa tres cojones.”
María Dueñas

“el amor es voluble, extraño y arbitrario, carente de entendimiento y racionalidad.”
María Dueñas

“A veces la vida se nos cae a los pies con el peso y el frío de una bola de plomo.”
María Dueñas

“No quiero que empieces sola el año. No quiero que termines sola el siglo, no quiero que te sientes a la mesa sola en Nochevieja, ni que veas películas metida en la cama sola, ni que arrastres sola por la vida tu tristeza nunca más.”
María Dueñas

“Tan solo en la certeza de que todo, en algún momento, puede ir a mejor.”
María Dueñas

“Porque a las cosas hay que darles siempre su final, Blanca, aunque sea doloroso. No es bueno dejar heridas abiertas.”
María Dueñas

“Pero como yo sé que las sombras también agradecen a su manera la compañía, de vez en cuando, cada dos o tres meses, voy a visitarle.”
María Dueñas

“Sopesa ahora lo que la vida te ha puesto por delante y escucha a tu corazón.”
María Dueñas

“Solo Paul permanecía ajeno a todo, hasta que su hijo Jimmy se levantó de su sitio y vino a ocupar la silla que Daniel había dejado libre al abrazar a Rebecca. Con una dulzura inmensa, cogió la mano de su padre y le acarició la cara. Creí entonces percibir con el rabillo del ojo que —muy, muy levemente— Paul sonreía.”
María Dueñas