“Yo soy una princesa, lo son todas las mujeres, aunque vivan en sucios y viejos desvanes, aunque se vistan con harapos, aunque no sean hermosas, listas o jóvenes. Todas somos princesas. Todas. ¿Nunca le ha dicho a usted eso su padre? ¿No se lo ha dicho?”
“- Cuando somos felices no nos damos cuenta, eso también es injusto. Deberíamos vivir la felicidad intensamente y tendríamos que poderla guardar para que en los momentos en que nos haga falta pudieramos coger un poco, del mismo modo que guardamos cereales en la despensa o recambios de papel higiénico por si se acaba, ¿entiende? - ¿Por qué...”
(continúa)(seguir leyendo)